viernes, 14 de agosto de 2015

Dentista

Me encanta este lugar. Cada fin de mes, camino por Niño Obrero hasta llegar al dentista. Siempre me he preguntado por qué le pusieron ese nombre a la calle. ¿Qué mérito tendrán los niños obreros?  El dentista es un hombre de unos 50 años y sus manos siempre huelen a limón. Conozco gente que no puede comerse una quesadilla sin limón. ¿Será un aficionado a los tacos con limón?  Nunca le he dicho nada. No me desagrada el sabor a cítrico. Una vez me encontré a su secretaria cerca del consultorio y le pregunté si era normal que me atendieran sin guantes de látex. Me dijo que dependía de la comodidad del cliente.

Cuando salgo de la consulta, siempre me quedo observando este sitio. La última vez que fui,  llevé mi cámara para documentarlo pero al parecer, el lente no logra captar lo que veo. Uno de estos días pediré prestado un lente tomaré esa foto que siempre me imagino.

No soy fotógrafo, claro está.
Algo tiene este lugar. No lo sé.
Cuando salgo del dentista, me quedo viendo este lugar como si fuera a darme alguna idea maravillosa. Creo que simplemente es un lugar agradable y ya.